El nombre de Anne Sahlene (o simplemente Sahlene) ha estado vinculado a Eurovisión desde hace más de 20 años. Su primera experiencia eurovisiva tuvo lugar en 1999, cuando fue corista de la ganadora Charlotte Nilsson. Esa victoria llevó el festival a Suecia el año siguiente y ella fue elegida para acompañar en los coros a la maltesa Claudette Pace, que finalizó en octava posición. En 2002, tras la renuncia de Ines (Estonia 2000) a participar en la preselección estonia, le ofrecieron a ella interpretar la canción Run Away. Ella misma cuenta que apenas tuvo tiempo para escuchar la canción y viajar hasta Tallin, pero consiguió sacar la actuación adelante y alzarse como representante del país báltico, que además albergaba esa edición tras la inesperada victoria de Tanel Padar, Dave Benton y 2XL con Everybody en 2001. Fue una digna anfitriona: finalizó en tercer lugar (que, a día de hoy, sigue siendo la segunda mejor posición de Estonia en Eurovisión) y obtuvo un gran éxito en su Suecia natal y en los demás países bálticos y escandinavos. Posteriormente, participó en el Melodifestivalen hasta en tres ocasiones: en 2003 con Unbreakable, en 2006 con This Woman y en 2009 con Killing Me Tenderly, a dúo con Maria Haukaas Storeng (Noruega 2008). A pesar de que los tres temas, especialmente el primero, tuvieron una buena acogida comercial, en ningún caso consiguió pasar a la final ni al Andra Chansen. Las malas clasificaciones la desanimaron a presentarse de nuevo, aunque volvió a Eurovisión como corista de la representante australiana Dami Im en 2016, en Estocolmo, y del británico Michael Rice en 2019.

En una entrevista que ha concedido recientemente, analiza esta trayectoria y comparte algunas de las anécdotas sobre los festivales en los que ha participado, así como su opinión al respecto. Por ejemplo, recuerda en primera persona el incidente ocurrido cuando Dana International se cayó mientras iba a entregarle el premio a Charlotte Nilsson en Jerusalén, o que le gustaba un corista noruego en el año 2000. En cuanto a sus posteriores participaciones en 2016 y 2019, para la delegación australiana solo tiene palabras de alabanza (afirma que es la delegación más profesional con la que ha trabajado) y recuerda que en 2019, cuando Michael Rice terminó de cantar Bigger Than Us, había mucha gente en el público gritando su nombre.

De su participación en el Eurolaul en 2002, destaca lo anecdótico de la experiencia. Recuerda que le llamaron para ofrecerle cantar Run Away en la preselección estonia y se ofrecieron a mandarle una demo para que tomara una decisión. Su conexión a Internet ni siquiera le permitió escuchar la canción entera y tuvo que costearse el viaje a Tallin ese mismo día. Ni siquiera tuvo tiempo de aprendérsela y necesitó que unos ayudantes apuntaran la letra en carteles que mostraban durante la actuación (en ocasiones, al revés). A pesar de todo, se alzó con la victoria y, como ya hemos dicho, consiguió una meritoria medalla de bronce para Estonia y un gran éxito comercial en todo el norte de Europa. Ante la pregunta de si considera que debería haber ganado, Anna responde rotundamente que no. Afirma que está muy orgullosa de su actuación, de la canción y del éxito obtenido (mayor que el de la ganadora), pero no cuestiona la decisión del público.

En cuanto a su paso por el Melodifestivalen, este podría calificarse de tortuoso. Tras tres participaciones sin superar el quinto puesto, lo que supone la eliminación sin pasar a la final o al Andra Chansen, su recuerdo es agridulce. Además, confiesa que el tema que interpretó junto a Maria Haukaas no estaba inicialmente pensado como un dúo (aunque afirma que Maria es una de las mejores cantantes de la historia de Eurovisión). Por otro lado, los tres temas tuvieron una buena acogida en las listas de éxitos, lo cual supone un consuelo, y de hecho los sigue cantando en sus conciertos. A pesar de todo, tras la edición de 2009 no pudo evitar sentir desánimo e incluso cierta vergüenza y desde entonces tiene la sensación de que el Melodifestivalen es una “puerta que se le ha cerrado”. Esa sensación se ha ido acentuando a lo largo de los últimos años, pues si bien ha enviado numerosas canciones como compositora, ninguna ha sido de las elegidas. Incluso llegó a componer una propuesta junto con una Linnea Deb (una de las compositoras de Heroes) y una conocida escritora sueca cuyo nombre no ha revelado. Según sus palabras, se trataba de un “himno feminista” compuesto y producido exclusivamente por mujeres, pero que no fue una de las canciones seleccionadas.

Además, aunque descarta volver a Eurovisión represantando a Suecia, podría haberlo intentado de nuevo por Estonia… pero la preselección del país báltico durante años solo admitía a participantes de nacionalidad estonia. Recientemente, la ETV permite que cantantes o compositores no estonios participen en el Eesti Laul (sin ir más lejos, Victor Krone, representante estonio en 2019, es sueco). Reconoce que le encantaría volver a Estonia, reencontrarse con su público y, por qué no, volver a representar al país báltico en Eurovisión. ¿La veremos en la próxima edición del Eesti Laul?