Siete palabras, una entradilla. El origen de un género musical que descubrí cuando en el vientre materno, con solo un mes de concepción, mi aparato auditivo fue lo primero en gestarse para abrazar lo que desde ese momento se conoce como “suecada”. Aún me quedaban ocho meses para venir al mundo y un año largo para, con mis propios ojos, vivir en blanco y negro un festival, el de Estocolmo.

Pero fue el de Brighton, gracias a Anne-Marie David, y a que Luxemburgo no tenía ni un duro en la caja para organizarlo y a que las ‘Mocedades’ de España no quisieron recoger el testigo como segunda clasificada, el que encumbró a un grupo, un sonido, un estilo, una moda, una estética, un movimiento, unas canciones e incluso una letra. Porque fue, es y será AᗺBA. Así, con la segunda dicción del abecedario invertida. Fue también el evento de un lema propio de la candidatura española, Canta y sé feliz… Porque lo de ganar, aún esta por volver a ver.

España, de hecho, no fue a Eurovisión 1974 según nuestro representante, el ya fallecido inventor de otro ritmo, la rumba catalana. “Yo no fui, TVE me llevó a la fuerza”. Todavía faltaban tres décadas para que Federico Llano y Toñi Prieto hicieran de las suyas, pero sus predecesores en el cargo ya las liaban pardas, y es que a Peret, quien vendía millones de discos en Europa y no le interesaba poner en juego su exitosa carrera, le amenazaron en toda regla según confesión propia. Literalmente se le dijo que como no había realizado la mili, le debía una gorda a su país, y tenía que prestar un servicio: ir a Eurovisión.

De primeras no cedió, y se le hizo llegar que su vida estaba en juego, hasta el extremo de que tanto su familia como él tuvieron que llevar guardaespaldas un tiempo. Dijo ir primero en las casas de apuestas, pero la política, con las últimas ejecuciones franquistas a garrote vil, medió en contra, y derivó en su pobre noveno puesto entre 17 participantes.

Antes que el de Gràcia se pensó en Dolores Vargas, La Terremoto, raza calé, y en Emilio José, que se pilló un sonoro enfado por no ser el elegido tras vencer en el Festival de Benidorm 1973 con Soledad. Pero el dedazo, la elección interna, escogió una composición que no hacía honores a su abanderado ni con los arreglos de Rafael Ibarbia. Es más, a Peret se le negó titular a la canción No sirve de ná, como dice su estribillo, ni como premio por llevarse el galardón del festival de Sopot (Polonia) en 1968 con Una lágrima.

Hasta el vestuario lo tenía en contra, y tuvo que conformarse con 10 pírricos puntos que por suerte no hicieron mella en su caché, aunque en los 80 abandonó su profesión para enrolarse en la Iglesia Evangélica. Tras graves problemas de depresión, como la posterior andadura española en el festival, fue en la clausura de los Juegos Olímpicos de 1992 cuando se le vio flamante como era, junto a Los Manolos, entonando lo poderosa que es Barcelona.

Katie Boyle repetía por cuarta vez como maestra de ceremonias en un festival en el que Francia iba a asistir con La vie a 25 ans de Dani, siendo la favorita en las casas de apuestas, pero la muerte del presidente Georges Pompidou durante la semana de ensayos provocó la retirada de la delegación gala y abrió el camino de rosas al cuarteto sueco.

AᗺBA venía de quedar terceros con Ring ring en el Melodifestivalen 1973, quisieron presentarse de nuevo a la final nacional sueca para el festival con Hasta mañana, y pretendieron llamar a su canción Honey pie, pero finalmente Waterloo fue quien se impuso en Melfest 1974 a Östen Warnerbring, representante en Viena 1967, a Lars Berghagen, sucesor del grupo en Estocolmo 1975, o a Titti Sjöblom, hija de la primera abanderada de Suecia en Fráncfort del Meno 1957, Alice Babs. Escrita en principio a ritmo de rock y jazz y rompiendo con la tradicional balada dramática, fue el primer grupo que en no cantar en su lengua materna, lucir estrafalarias vestimentas y plataformas y ser número uno en infinidad de países, aunque sorprendentemente no lo fue ni en su país natal, ni en Italia, donde no pasó del puesto 14.

AᗺBA quebró moldes aquel 6 de abril en las antiguas cuadras reales convertidas en teatro circular de nombre Dome, en las que del clasicismo se pasó al género festivalero, propio de las divas, el que heredó Carola, Charlotte Nilsson, Fame, Lena Philipsson, Eric Saade o Loreen, o antes Teach-In, Brotherhood of Man o Bucks Fizz. La canción que exhibe las cálidas voces de Agnetha Fältskog, Anni-Frid Lyngstad, Björn Ulvaeus y Benny Andersson, además de imponerse en suelo británico, fue designada como la mejor canción eurovisiva de la historia en el 50º aniversario del festival en 2005.

Con los suecos y sus 24 puntos, procedente solo uno de España, se volvió al sistema de votación de Eurovisión 1970, tras descartarse dos días antes continuar con la dinámica de los tres años anteriores, motivando la protesta de varias televisiones, entre ellas RTVE.

En el marco de un escenario colorista que cambiaba según cada actuación pasó con honores la italiana Gigliola Cinquetti, con una afirmación, Sí, tras haber triunfado 10 años antes con otro éxito, Non ho’letà. La RAI censuró su actuación retransmitiendo el festival en diferido días después al considerarla un posible mensaje subliminal a favor de la aprobación del divorcio en referéndum, como así pasó con un 60% de los votos, mientras en España se dictaba la pena de muerte para Puig Antich. Vestida de azul marino y habiendo ganado la Canzonissima’74, ya tenía edad para amar y para romper amores.

Le secundó en el podio Países Bajos, gracias a que Mouth & McNeal y las marionetas sobre el tapiz vieron una estrella que les hizo alzarse con el premio Edison y un León de Oro, aunque a finales de ese año el dúo se disolvió por diferencias personales que provocaron una enemistad eterna. Maggie MacNeal retornó al Eurofestival en como anfitriona en La Haya 1980 con el tema Amsterdam, mientras que Mouth perecía en 2004.

Cuarta acabó un símbolo para una generación que tenemos como película de cabecera a Grease y a Travolta en nuestro pelo engominado cuanto éste aún se acostaba en nuestras cabezas. Long Live Love no conquistó del todo a nuestra Sandy, Olivia Newton-John, que quería cantar una balada más fiel a su estilo, Angel Eyes, pero se le impuso esta por ser la más votada a través de correo postal. Le llegaron luego los Grammy y, en el año 1978, la explosión peliculera, so pena de aquel martilleante estribillo eurovisivo que eclipsó su dulzura.

La griega Marinella tuvo el honor abanderar a los helenos en su debut Eurovisión. A la autora e intérprete de Krássi, thalassa ke t’agori mou, folk mediterráneo cálido y aplaudido, pero no valorado por los jurados, la vimos 30 años más tarde en los Juegos Olímpicos de Atenas. La ganadora de Eurovisión 2005, Helena Paparizou, lució en la gran final del Melodifestivalen 2014 su mismo atuendo, modernizado, todo un guiño en tiempos de crisis a la enorme comunidad griega en Suecia.

Luxemburgo, bajo pena de no ser el anfitrión, terminó en zona noble merced a Ireen Sheer y su Bye, Bye, I Love You, una artista que cuatro años después sería sexta representando a su Alemania natal con Feuer, y caería en 1985 al puesto 13 dentro de un sexteto luxemburgués obra y gracia de Ralph Siegel y sus Children, Kinder, Enfants. Nadie le quita sus 22 trabajos en el mercado a quien empató con el monegasco Romuald, tercero en 1964 y undécimo en 1969, y un peldaño por encima de los israelíes Poogy, y su himno reivindicativo de tintes folk que bajo un uniforme colegial con pullóver estrecho a rombos y enormes barbas deletreaban múltiples juegos de palabras y metáforas a modo de sátira política.

De la irlandesa Tina Reynolds, llamada Filomena, resaltaba más su vestido que su Cross Your Heart, y es que acudió a Brighton como premio por su imaginaria en 1973, cuando la representante oficial Maxi casi se retira del berrinche por el arreglo orquestal de su canción. El belga Jacques Hustin, fallecido en 2009 por causas desconocidas, sobresalió por el efecto de sus largas piernas. Y a líder yugoslavo de Korni Group se le confundía con el intérprete de Jesucristo Superstar, mientras que abrió el festival la finlandesa Carita Holmström, otro injusto resultado, tras la cuidada voz timbrada para Keep Me Warm.

Por la cola quedaron la noruega Anne Karine Strom que venía de 1973 y volverá en 1976, los alemanes Cindy & Bert después de varias intentonas, la suiza Piera Martell cantando en alemán e, incompresiblemente, el luso Paulo de Carvalho de farolillo rojo. Portugal sacó E depois do adeus, una canción sobresaliente en plena Revolución de los Claveles que no ha sido su único mensaje político en el festival.

Mientras se desarrollaba el festival, la jornada laboral en Reino Unido era de tres días debido a la escasez energética por la huelga minera en un año con nuevos incidentes. Desde el avión que cayó en un bosque cerca de París cuando se dirigía a Londres causando 346 muertos, curiosamente en un periodo en el que se inauguró el aeropuerto Charles de Gaulle, hasta los 190 que fallecieron y los 300 heridos por el incendio en un edificio en Sao Paulo (Brasil). Apareció en Filipinas y se rindió Hiroo Onoda, el soldado japonés escondido desde la Segunda Guerra Mundial, al tiempo que una astronave estadounidese sobrevolaba Mercurio.

Si en Israel renunciaba la primera ministra Golda Meir, y Willy Brandt hacía lo propio como canciller alemán en beneficio de Helmut Schmidt; unas japonesas se convirtieron en las primeras mujeres en subir a un ochomil, el Manaslu, en Nepal. También dimitió y murió después Juan Domingo Perón en Argentina, sustituyéndole su esposa Isabelita, al tiempo que asesinaban a la madre de Luther King en un servicio religioso. Fue el año en que nació futbolísticamente la naranja mecánica, la Holanda de Johan Cruyff, aunque en la final del Mundial sucumbieron frente a la aguerrida Alemania, emergiendo el dicho de que en fútbol juegan 11 contra 11 y siempre ganan los germanos. Nydia Caro ganaba la OTI con Hoy canto por cantar para Puerto Rico.

También fue el curso en el que la belleza adornó España al proclamarse Miss Universo en Manila, Filipinas, Amparo Muñoz, meses después de coronarse en su país, donde se ponía en órbita el primer satélite artificial, Intasat. Recuperó Muhammad Ali el título mundial de los pesos pesados ante George Foreman; y en el Gran Valle del Rift, en Etiopía, se descubrían los restos de Lucy, una mujer de 20 años y un metro de estatura, de 3,2 millones de años de antigüedad. Nelson Rockefeller aventuraba la era Trump al proclamarse vicepresidente de Estados Unidos cuando Volkswagen estrenaba el modelo Golf que relevaba al Escarabajo.

Nacieron ilustres de toda clase y condición, que incluye a quien les relata. Apunten. Kate Moss, Malena Alterio, David Meca, Robbie Williams, James Blunt, Ada Colau, Victoria Beckham, Penélope Cruz, Laura Pausini, Andrea Corr, Mónica Naranjo, Alanis Morissette, Alexis Tsipras, Hilary Swank, Paco León, Joaquin Phoenix, Leonardo Di Caprio, Carlota Corredera, Jordi Évole, Joaquín Reyes, Berto Romero, Paula Vázquez o Ángel Llacer.

Y perdíamos a Vitorio de Sica cuando se estrenaba La matanza de Texas o el Asesinato en el Orient Express el año en que el Oscar fue para El Padrino 2 y Coppola era el mejor director. Surgieron The Ramones, y Kiss veía su álbum debut, mientras se formaban Blondie, en pleno éxito del Endless Summer de Beach Boys. Triunfaba en España la Gente Joven, al igual que para los niños la tarde noche estaba formaba por Un globo, dos globos, tres globos, para los mayores la naturaleza era El hombre y La Tierra de Rodríguez de la Fuente, y la música se oía en Mundo pop. Para todas las edades irrumpía la pizpireta Pippi Calzaslargas y la familia de Los Picapiedra.

Se radiaba el Tómame o Déjame de Mocedades y Juan Pardo tenía Conversaciones conmigo mismo, aunque Roberto Carlos marcaba La distancia y Demis Roussos exhalaba a todo pulmón Someday, Somewhere. Además del Having My Baby de Paul Anka, eran números 1 la súplica de Camilo Sexto con Ayúdame, el Photograph de Ringo Starr o el I Can Help de Billy Swan. En clave interna lo fue el Una, dos y tres de Patxi Andion, y a nivel mundial la verdadera Olivia Newton-John con I Honestly Love You.

1974, un año en el que la gente suspiraba con la entrega de la enamorada a su pareja tal y como se rendían a su suerte las tropas napoleónicas. Para los restos capitaneando el gusto eurovisivo, ¡Vaya Euphoria!